No recuerdo la primera vez que escuché a CRASS, sé que me parecían ruidosos,
pero los leí, y al leernos sentí una afinidad entrañable y tanto respeto y
admiración que siempre han sido de mis ruidosos favoritos.
A CRASS los tengo en otra lista, en los que me quedaron grandes, en los que
me han enseñado, en los que me dan 'sopa y seco' respecto al ser consecuentes,
en los que han sido referentes desde que me sentí identificada, por haber
encontrado en ellos ese cuestionamiento político y anarquista que me condujo de
alguna manera accidental (?) al punk.
Encontré esta maravillosa edición española de un libro que fue impreso hace
más de 13 años, y pensaba hoy en lo bonito que es tenerlos en mi colección que nada
se parece a esas hojas copiadas en un café internet donde encontré por primera
vez el texto de Penny Rimbaud "El último de los Hippies". Recuerdo
haber llorado en aquel entonces, y haber copiado en una agenda de cosas
importantes, el texto que sustraje en aquel café, recuerdo haber sentido deseos
de cambiar el mundo y saber que contaba con gente como Crass, pensaba que era
posible, y lo soñé, quizás lo luché un poco, pero luego claudiqué.
Por años he dejado mis deseos reprimidos, mi corazón libertario controlado y
un poco adormecido, por el temor que llegó cuando hubo gente con la que compartí
que estuvo presa, cuando me desencanté de grupos políticos, y me hicieron a un
lado por no abrazar sus banderas, por el sin sabor de las sustancias que adormilaban
los cerebros de los que militaban conmigo y de los que me alejé porque tampoco
encontré respuestas en esa constante obnubilación... sin embargo, husmeando en
las maravillas de la internet, busqué esta linda edición y ayer fue su día.
Siguiendo la tradición de comenzar un nuevo libro apenas termino otro, lo tome de mi biblioteca, con el cariño que le tengo a CRASS, con el respeto de saber que volvería encontrar en sus letras palabras que remueven mis ideales, y que me hacen nuevamente llorar, porque he sido cobarde, porque no he sido consecuente, y porque una vez mas son esa cachetada para los que hemos abrazado el anarco-punk como bandera, pero no hemos estado preparados para vivirlo como ellos.
Amé leer que no siempre estamos preparados para llevar a las últimas
consecuencias palabras que decimos si no estamos dispuestos a arriesgarlo todo
con la certeza de que triunfaremos o seremos mártires, y que la mejor acción
directa se hace en silencio, (cuanto tuve que aprender, al tragarme mis propias
palabras todos estos años)
Estoy nuevamente aquí, con los ojos rojos, con el corazón enardecido, con esperanza, con nostalgia, con respeto. Mi alma se conmueve porque sabe lo que vale la pena, y es parte de lo que ellos declararon antes de que yo naciera, leí en mi juventud, y vuelve a mi mejorado incluso por el mismo Rimbaud.
Vuelvo a
encontrarme identificada y conmovida en sus páginas, que continúan tan vigentes
y con el pavor que me da, saber qué hacer y no intentarlo.
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