"Si las personas con las que creíamos luchar no nos apoyan, nuestra lucha no tiene sentido".
No puedo concordar más con Marc de Boeck, un
belga que desde un libro donde cuenta sus experiencias en Bélgica, Francia,
Nicaragua y Colombia comparte mucho más que su punto de vista en estos paisajes
cercanos.
En su libro Libertad- Memorias de un punk- Editado por La Valija
de Fuego nos acerca un poco a ese ser que en medio de su insatisfacción y
crisis busca respuestas en luchas sociales dentro y fuera de su país.
Un alguien que ha tenido el privilegio de conocer lugares
que en el mapa de Colombia me resultan algo inquietantes y a los que quizás no
me atrevería a ir, por miedo, por mito, por temor a lo desconocido, a los
mosquitos, incluso a los distintos grupos con los cuales uno no tiene nada que
ver pero que por el simple hecho de ser ajeno a la cotidianidad lo pueden ver
como una amenaza. Afortunadamente Marc
si se embarcó en la aventura y al ser extranjero fue visto como un ser algo
curioso que le permitió disfrutar en cierta medida de una inmunidad al
conflicto.
Nos muestra también realidades que no vemos en las postales
de esos bonitos países de Europa, donde también se viven desigualdades e
injusticias, y como dentro del desasosiego cotidiano, las colectividades son
las que permites acciones de hecho, que, aunque no cambian el mundo como lo
soñamos, logran desequilibrar ese silencio y esa indiferencia frente a lo que
no debe ser aceptado.
A través de este bonito libro podemos coincidir en desamores
que nos han hecho cambiar de música y de catecismo…Contemos nuestras historias,
es solo cuestión de desempolvar papeles, fotografías, para reconstruirlas, para
encontrar personas que luchan con nosotros desde la soledad de sus
habitaciones, desde la calle marchando, desde la fábrica trabajando, e incluso
desde el pogo saltando en un concierto de barrio.